VEGETARIANISMO

vegetarianismoPara hacer yoga o meditar no es indispensable ser vegetariano. Sin embargo en Ananda Marga seguimos una dieta vegetariana por razones de salud, espirituales, ¡e incluso ambientales!

Existimos no solamente como un cuerpo, sino también como mente y espíritu. Nuestra alimentación tiene un efecto sobre las tres esferas y por lo tanto es muy importante cuidar todo lo que entra a nuestro sistema.

Empecemos a nivel del cuerpo. Está demostrado por estudios en todo el mundo que una dieta baja en proteínas de origen animal baja la probabilidad de contraer diversas enfermedades, como el cáncer, diabetes y la obesidad. No es difícil en estos días encontrarnos con alguien a quien los médicos han recomendado suspender el consumo de carne debido a sus altos niveles de colesterol en la sangre. Una dieta sin carne no sólo evita que consumamos grasas y otras sustancias de origen animal que a la larga tienen un efecto adverso en nuestro cuerpo, evita también que las hormonas usadas para engordar a los animales nos enfermen.

Pero somos más que un cuerpo. Los yogis también han descubierto una relación entre lo que comemos y nuestros estados mentales. Absorbidos por nuestras preocupaciones por el entorno, nos es muy difícil percibir esta relación. Sin embargo, si nos observamos después de comer carne, seremos testigos de un cuerpo y una mente pesados.

Es nuestra naturaleza alimentarnos de seres vivos, pero espiritualmente consideramos importante hacer el menor daño posible a las especies con el nivel de consciencia más elevado.

Los efectos benéficos de una alimentación vegetariana no se limitan a nuestro ser. El medio ambiente, y por supuesto los animales, también salen ganando. Los recursos naturales, como suelo y agua, se aprovechan de una manera más eficiente, es decir que alimentan a más gente, si se usan para el cultivo que para alimentar ganado.

Una de las ideas que más frecuentemente alejan a la gente del vegetarianismo es el mito de las proteínas. A principios del siglo pasado, los científicos pensaban que mientras más proteínas se incluyeran en la dieta, más saludables serían las personas. A pesar de que ahora se sabe que el consumo de proteínas no debe sobrepasar el 20% del total diario, en México seguimos creyendo en ese mito. La realidad es que consumir más de lo recomendado daña nuestro organismo, empezando por los riñones, que son los responsables de eliminar el excedente de proteínas de nuestro cuerpo.
La otra cara de este mismo mito, es que no es posible consumir las suficientes proteínas con una dieta vegetariana. Aunque esta creencia se basa en el hecho de que las proteínas en muchos de los alimentos de origen vegetal no contienen todos los aminoácidos en la proporción requerida por el cuerpo humano, lo que no se toma en cuenta es que las proteínas de unos y otros alimentos se complementan entre sí. Por ejemplo, la combinación de granos y leguminosas proporciona proteínas ricas en todos los aminoácidos esenciales, sin elevar los niveles de colesterol o ácido úrico en nuestra sangre. Otra importante fuente vegetal de proteína es la soya. Consumida durante miles de años en Asia, ha probado ser un sustituto de alta calidad y bajo costo de la proteína animal.

No es necesario hacer un cambio inmediato o drástico en tu dieta. En realidad, lo más recomendable es hacer un cambio gradual. Aun si el cambio nunca llega a ser total, reducir la carne en tu dieta te ayudará a tener un cuerpo y una mente más sanos y equilibrados.


¿El cuerpo humano, se adapta más a una dieta con carne que a una vegetariana?

No. La fisiología, las funciones corporales y el sistema digestivo del ser humano, son completamente diferentes a los de los animales carnívoros; por el contrario, tienen muchas características similares a los animales comedores de frutas y hierbas.

Los animales carnívoros tienen el intestino muy corto, solamente tres veces el largo de sus cuerpos, para poder evacuar los residuos de la carne que se pudren rápidamente. Además para digerir los duros músculos y huesos de animales sus estómagos tienen grandes cantidades de ácido clorhídrico; tienen glándulas salivares muy pequeñas, su saliva es ácida y no contiene la enzima ptialina que es necesaria para predigerir los cereales; tienen dientes puntiagudos y afilados en el frente para rasgar la carne; no tienen molares y poseen garras.

En contraste directo, los seres humanos, al igual que los animales comedores de frutas, tal como el mono antropoide, tienen un canal intestinal doce veces más grande que el largo del cuerpo, que se adapta perfectamente a la digestión lenta de verduras y frutas que son conocidas por su lenta descomposición. Sus estómagos contienen menos de un décimo de la cantidad de ácido clorhídrico que tienen los estómagos de los carnívoros. Por otra parte, los seres humanos tienen glándulas salivares bien desarrolladas, saliva alcalina y mucha ptialina para predigerir los granos; también poseen molares posteriores planos para moler la comida y carecen de dientes puntiagudos y garras como los comedores de carnes.

Claramente la anatomía humana y su sistema digestivo demuestran que hemos evolucionado por millones de años, viviendo de frutas, nueces, granos y vegetales. De hecho, los científicos han concluido que nuestros antepasados eran vegetarianos, comiendo carne solamente durante períodos de extrema crisis. Durante la Epoca Glacial, se carecía de frutas, nueces y vegetales, fue allí cuando los seres humanos primitivos comenzaron a comer carne animal para sobrevivir. Muchos continuaron consumiéndola después de la Epoca Glacial, ya sea por necesidad (como los esquimales), por hábitos, por condicionamiento o por falta de conocimientos apropiados. No obstante, a través de la historia, ha habido muchos individuos y grupos enteros de personas que comprendieron la importancia de una dieta pura para la salud, para la claridad mental o por razones espirituales, quienes en consecuencia, han permanecido vegetarianos.


¿Hay algunos riesgos en comer carne?

Las estadísticas de salud mundial indican que las naciones que consumen más carne tienen un índice más alto de enfermedades, como el cáncer y trastornos del corazón. Las poblaciones que viven mayormente de carne, generalmente tienen una vida corta, tales como los esquimales, cuyo promedio es de 27,5 años y los Kirgisses, una tribu nómada de Rusia Oriental, que vive principalmente de carne y cuyo promedio raramente excede los 40 años. En contraste, investigaciones de campo hechas por antropólogos en culturas vegetarianas, han documentado una salud radiante, vigorosa y de longevidad gozada por grupos tales como los Abhaskianos de Asia Central, los Hunzas de Pakistán y las tribus Otami de México. No es raro para tales grupos tener individuos sanos y activos de 110 años o más.

Aún cuando el hecho de no comer carne tal vez no sea la única razón para tales estadísticas, hay varios motivos para creer que comer carne es dañino.