“MICROVITUM”: la misteriosa emanación del factor cósmico

MICROVITUM”: LA MISTERIOSA EMANACIÓN DEL FACTOR CÓSMICO

Por Shrii Shrii A’nandamu’rti

“El autor, rompiendo con los esquemas científicos actuales, introduce un nuevo paradigma en relación al origen de la vida en función del revolucionario concepto de Microvitum”.

 

Este discurso versa sobre “Microvitum, la Emanación Misteriosa del Factor Cósmico”. Una de las características humanas es que cuando no conocemos algo, con el fin de encubrir nuestras limitaciones u ocultar nuestras imperfecciones, decimos que ese algo no existe; o de una manera más inteligente, decimos que eso es un abstracto. En este universo nuestro, de todo lo que se encuentra al alcance de nuestros sentidos o dentro de la periferia de nuestra percepción, decimos que “es”, y de aquello que está más allá del campo de los sentidos o de la jurisdicción de la percepción no podemos decir nada. De aquí que nuestro mundo funcione dentro de las limitaciones de nuestros sentidos y percepciones. Sabemos que dentro del campo de la extroversión y la introversión Cósmicas [el círculo de la creación], la primera fase –la fase de extroversión– lo “sutil” se trasmuta en “burdo”, y en la fase de retorno –la fase de introversión– lo “burdo” se metamorfosea en “sutil”. En esta progresión, más bien, en este modo semicircular, puede haber objetos más sutiles en el ámbito de la materia –muchos objetos más sutiles que los electrones o los protones, los neutrones o los positrones– pero no encontramos otra alternativa que decir que son ya sea electrones o protones, [positrones] o neutrones. Y de manera similar, en la esfera psíquica, puede haber entidades más sutiles que el ectoplasma o que su cobertura extra psíquica, el endoplasma.

Hay entidades que se sitúan en el campo de las expresiones tanto de lo físico como de lo psíquico, que son más pequeñas o más sutiles que los átomos, electrones o protones; y dentro del campo psíquico, pueden ser más sutiles que el ectoplasma. Para designar tales objetos o tales entidades estoy empleando el término “microvitum”. Este microvitum, o en plural microvita, no es de orden protoplásmico, y como tal tiene poco que ver con las moléculas de carbono o los átomos de carbono, que son considerados los puntos iniciales o las etapas iniciales de la vida en este universo. Por lo que concierne a lo físico, la posición de estos microvita se encuentra justamente entre el ectoplasma y el electrón, no siendo ellas ni ectoplasma ni electrón.

Costumbre humana es decir que es “misteriosa” cualquier cosa que no conocemos respecto a cualquier tema o a cualquier objeto, cuando sabemos de su existencia pero ignoramos sus características u otros particulares. Así que con respecto a estos microvita, podemos decir que son misteriosos. Es por esto que he empleado la expresión “Microvitum, la Misteriosa Emanación del Factor Cósmico”. Los microvita no son de orden protoplásmico, y por lo tanto, no se sustenta la cuestión de la estructura de un protozoo o de un metazoo. Son algo misterioso.

Ahora bien, no todos los microvita son de la misma densidad ni de la misma sutileza. Algunos pueden encontrarse al alcance de microscopios altamente desarrollados, y otros pueden no estar al alcance de un microscopio, pero a causa de la expresión de sus acciones o como resultado de las vibraciones de sus acciones, pueden llegar a estar al alcance de nuestra percepción. Son de orden más sutil. Puede haber aún formas más sutiles de microvita que no se localizan directamente dentro del rango de nuestra percepción sino que pueden estar al alcance de un tipo especial de percepción, que es, de hecho, el reflejo de la concepción dentro del rango de la percepción en una esfera limitada.

Así pues, generalmente, los microvita pueden dividirse en tres categorías: primero, los que están al alcance de la percepción; segundo, los que no están al alcance de un microscopio pero llegan allí como resultado de su expresión, como resultado de la vibración de sus acciones; y tercero, aquellos que no se encuentran al alcance de la percepción común pero están al alcance de un tipo especial de percepción, la cual no es sino el reflejo de la concepción dentro de la periferia de la percepción. Tal percepción, tal tipo especial de percepción, puede sentirse o percibirse por personas que tienen la mente altamente desarrollada, que tienen la mente orientada espiritualmente.

Respecto a los microvita de orden burdo que pueden estar al alcance de un microscopio, la gente les ha dado el nombre de “virus”. Se dice que tal enfermedad ha sido originada por un virus. Pero virus es un término vago. El mejor término será el de microvitum, y no virus.

Ahora bien, los microvita se mueven a través del universo entero, de un cuerpo celeste a otro. Se mueven en todas partes, cruzando las fronteras de las nebulosas, atravesando vías lácteas, galaxias, estrellas, satélites, planetas y meteoros. Se mueven sin obstrucciones, sin importarles las condiciones atmosféricas o las lecturas barométricas. ¿Cómo es que se mueven? Cada cual requiere de medios para el movimiento. La movilidad significa movimiento a través de uno o varios medios. Puede haber más de un medio, esto es, puede haber muchos medios al mismo tiempo para el mismo movimiento. También los microvita se mueven a través de diversos medios. Se mueven a través del sonido. El así llamado virus de una persona enferma puede moverse a través del sonido de esa misma persona. Los microvita pueden moverse a través del tacto. En el caso de algunas enfermedades, el mal se difunde a través del olor de la enfermedad. Y en el caso de los metavita [1] más sutiles, el movimiento puede ser a través de ideas. Una cierta idea puede acelerar su velocidad en determinado planeta con la ayuda de unas cuantas mentes conceptualmente desarrolladas. Es decir que, un gran hombre con una mente conceptualmente desarrollada puede difundir sus ideas con la ayuda de estos microvita a través de un planeta, o aún a través del universo en diferentes cuerpos celestes.

Ahora bien, ¿cuál es la raíz causal del universo? ¿Cuál es el punto inicial de la vida o la vitalidad? Estos microvita son los portadores de la vida en las diferentes estrellas, planetas y satélites –no los átomos o las moléculas de carbono−. Estas criaturas vivientes con su misterioso movimiento, crean mentes y cuerpos, cuerpos vivientes en diferentes cuerpos celestes, y también pueden destruir mentes y cuerpos físicos, o cuerpos desarrollados o subdesarrollados, en cualquier rincón de este universo. Así que la raíz causal de la vida no son los protozoarios unicelulares o las células unitarias de protoplasma, sino este microvitum unitario.

Por lo tanto, ha de llevarse a cabo un intenso trabajo de investigación referente a este microvitum o estos microvita. Nuestra labor es gigante, y tenemos que comenzar nuestra investigación referente a los microvita de manera inmediata sin mayor tardanza; de otra forma, muchos problemas de la sociedad moderna no se resolverán de una manera correcta. Así como Prama [2] es esencial en el campo de la intelectualidad o de la búsqueda intelectual, en el campo intelectual de mayor altura es extremadamente necesario el trabajo de investigación sobre los microvita. Deberemos recordar aquí de nuevo que los microvita son una creación en la fase interna, más bien, en la fase retornante (de introversión) de la expresión cósmica. Somos seres humanos con intelecto desarrollado. Creo, más bien espero, más bien estoy seguro que ciertamente llegará el día en que los seres humanos tendrán un control adecuado sobre los microvita.

Tiempo atrás, refiriéndose a las estructuras singulares o colectivas de los microvita, los antiguos rs’is [sabios] decían que existen siete tipos especies de ellos y los llamaron: yak’sa, gandharva, vidya’dhara, kinnara, siddha, prakrtiliina y videhaliina, de acuerdo a la naturaleza de su sutileza o de su tosquedad.

Yo creo que a causa del esfuerzo de nuestra sa’dhana’ espiritual, más bien de nuestra sa’dhana’ físico-psíquico-espiritual, nuestra mente se desarrollará en todos sus estratos, y el poder de concepción también se desarrollará. Y con ese poder de concebir desarrollado, conoceremos todos los secretos de estos microvita.

Citas:

Shrii Shrii A’nandamu’rti. Discurso de Renacimiento Universal, 31 de diciembre de 1986, Calcuta.

 

Acerca del autor:

Baba the gentlemen

Shrii Prabhat Ranjan Sarkar, también conocido por su nombre espiritual: Shrii Shrii Anandamurti fue un escritor, científico, filósofo, teórico, activista social y maestro espiritual fundador de la organización internacional “Ananda Marga Pracaraka Samgha” (Sociedad para la divulgación del Sendero de la Bienaventuranza) en 1955.

Los dogmas de la ciencia moderna Parte 1

LOS DOGMAS DE LA CIENCIA MODERNA PARTE 1

Por Amit Goswami y Maggie Goswami

“En este interesante artículo el físico cuántico enumera lucidamente una serie de axiomas de la ciencia realista-materialista moderna”.

 

Física cuántica y la caída de la ontología materialista:

Es de sobra conocido que la ciencia moderna ha arrinconado las tradiciones espirituales y sus principios asociados proporcionando una visión alternativa funcional, que explica los fenómenos sin una ontología espiritual. Lo que no es tan bien conocido es hasta qué punto la física cuántica ha llevado a la ciencia materialista convencional y algunos de sus dictámenes a un callejón sin salida.ísica cuántica y la caída de la ontología materialista:

La ciencia realista-materialista es independiente de la conciencia o de nosotros, ha adquirido los siguientes dogmas en sus trescientos cincuenta años de existencia:

  • Objetividad: el mundo material es independiente de la conciencia o de nosotros, los observadores. Esto fue un regalo del filósofo griego Aristóteles.
  • Determinismo causal: el mundo es una máquina determinada y con la precisión de un reloj. Todo cambio, todo movimiento de un objeto está determinado por sus condiciones iniciales (posición y velocidad iniciales) y las fuerzas materiales que actúan sobre él. René Descartes, que dividió la realidad en mente y materia, anticipó el determinismo. Isaac Newton desarrolló la física subyacente, pero fue el matemático francés Pierre Simon de Laplace el primero en enunciarlo claramente en el siglo XVIII. Laplace escribió un libro sobre mecánica celeste, quizá el primer volumen de su clase que no menciona a Dios como mediación causal. Generó un gran escándalo en la corte francesa, hasta el punto de que el emperador Napoleón quedó intrigado por el asunto. Convocó a Laplace a su corte y le preguntó: “Señor Laplace, ¿por qué no ha mencionado a Dios en su libro?”. Se supone que Laplace replicó: “Su majestad, no he necesitado esa hipótesis particular”.
  • Continuidad: con el determinismo causal vino la hipótesis de la continuidad: todo movimiento es continuo.
  • Localidad: todas las causas (y sus efectos) son locales, lo que significa que se propagan en el espacio a una velocidad finita y en un tiempo finito. En otras palabras, la acción instantánea a distancia es imposible. Einstein descubrió que los objetos materiales obedecen a un límite de velocidad, la velocidad de la luz 300.000 kilómetros por segundo.
  • Monismo material y reduccionismo: todo está hecho de materia (átomos y partículas elementales) y sus correlatos, energía y campos de fuerza, y todo fenómeno tiene un origen material al que puede ser reducido. El físico Richard Feynman dijo que, si todo fuera destruido y tuviéramos la oportunidad de preservar sólo una idea de la civilización científica actual, esa idea sería “Todo está hecho de átomos”. Así de poderosa era su creencia en la idea del monismo materialista”.
  • Epifenomenalismo: toda subjetividad, y la propia conciencia, es un epifenómeno de la materia. Epi significa “secundario”, y epifenómeno se refiere a los efectos secundarios de las interacciones materiales subyacentes, efectos que en sí mismos carecen de eficacia causal. El epifenomenalismo es un claro y necesario vástago del monismo materialista. Todas las causas filtradas a partir de las partículas elementales de la materia comprenden una sencilla jerarquía: las partículas elementales forman los átomos, los átomos forman las moléculas, las moléculas forman las células vivas, y las células (neuronas) forman el cerebro. En cada nivel se activan nuevos fenómenos, pero en realidad son epifenómenos, reducibles a las partículas elementales y sus interacciones; toda causalidad es ascendente.

Señalemos que cada una de estas doctrinas filosóficas es, en última instancia, indemostrable. Por ejemplo, ¿cómo demostramos experimentalmente que todos los fenómenos son fenómenos materiales? No hemos estudiado todos los fenómenos. Algunas de estas doctrinas, como la objetividad, el determinismo y el epifenomenalismo, desafían nuestro sentido común: es innegable que tenemos experiencias subjetivas, es innegable que tenemos conciencia, y evidentemente asumimos – la mayor parte de nuestros científicos lo hacen – que tenemos libre albedrío. A cualquiera de mis colegas científicos que fomenta el epifenomenalismo le formulo la siguiente pregunta: “Si crees ser un epifenómeno, ¿por qué te tomas tan en serio?

Así pues, ¿por qué las personas inteligentes, y los científicos en su mayor parte, se toman en serio estas doctrinas? el éxito de la ciencia y su progenie, la tecnología, está de algún modo asociada a la validez de estas doctrinas. La ciencia moderna emergió de forma principal en Occidente, donde los científicos tuvieron que luchar literalmente contra el dogma religioso para estudiar la naturaleza con libertad. Los supuestos ontológicos que excluían e incluso eran diametralmente opuestos a las doctrinas espirituales surgieron de este estudio. Pero ahora que la ciencia goza de autonomía, ¿por qué continuar luchando cuando la verdad es nuestro objetivo, y no qué dogma es el correcto?

Hemos de abandonar la común aceptación de las doctrinas realistas-materialistas porque, francamente, la mecánica cuántica ha demostrado que algunas de ellas son del todo erróneas y se ha sembrado serias dudas en la validez del resto.

¿Cuáles de las doctrinas que hemos mencionado son absolutamente erróneas? La continuidad, el determinismo y la localidad son los errores.

 

Extraído del libro “Ciencia y espiritualidad – una integración cuántica”.

En los siguientes números de Vistára – expande tu conciencia”, en la sección de “ciencia” estaremos haciendo un repaso de la física cuántica mostrando en qué sentido los principios establecidos de esta nueva física resultan antitéticos respecto a estos dogmas.

¿Pueden reconciliarse ciencia y espiritualidad?

¿Pueden reconciliarse ciencia y espiritualidad?

Por Amit Goswami y Maggie Goswami

Recientemente participé en una mesa redonda en Berkeley, California, en torno a la cuestión “¿pueden las tradiciones científicas y espiritual mantener un diálogo?”. El primer ponente, un americano budista expresó inquietud. Ambas tradiciones habían divergido hasta tal punto, argumentó, que tendrían que volver a su base para empezar; tal vez entonces podrían sostener un diálogo. Mi turno fue el siguiente. Creo que le sorprendí, a él y a todo el público, al decir no sólo que podía haber un diálogo sino que habría una completa reconciliación entre las dos tradiciones. De hecho, aseguré, tal reconciliación ya ha empezado. ¿Cómo puede ser?

La palabra diálogo se originó a partir de dos palabras griegas, dia, que significa “a través”, y logos, que quiere decir palabra; así pues, diálogo significa comunicación a través de la palabra. Sin embargo, el físico David Bohm definió el diálogo más apropiadamente como “un libre flujo de sentido entre personas en comunicación”. ¿Puede haber diálogo en sentido bohmiano entre las tradiciones científicas y espiritual?

En un principio, el diálogo entre ciencia y espiritualidad parece bastante improbable. A fin de comprender el sentido del sistema de otro, es esencial entender la ontología, la base metafísica que subyace a ese sistema. Y aquí está el problema. La metafísica de la ciencia, tal como se ha desarrollado en los últimos trescientos años, parece ser diametralmente opuesta a la metafísica que subyace en las tradiciones espirituales.

En líneas generales, la ciencia se basó en la física clásica que Isaac Newton erigió en el siglo XVII. La física clásica adoptó y aclaró algunas ideas de la filosofía que habían existido desde la antigüedad. Una de estas ideas es la objetividad –los objetos del mundo son independientes de los sujetos– de nuestra parte. Otras dos ideas son el monismo material y el reduccionismo: todas las partículas son reducibles a materia y a sus partículas elementales y a sus interacciones (reduccionismo). La ciencia bajo la guía de luminarias como Newton, Maxwell y Einstein, introdujo otras ideas: el determinismo causal (las interacciones físicas, determinadas por las leyes físicas, provocan el movimiento de todos los objetos; una vez que conocemos sus condiciones iniciales, podemos determinar sus movimientos a cada instante); continuidad (todo movimiento es continuo); localidad (todas las causas y todos los efectos son locales y están mediados por interacciones o señales que, en una magnitud finita de tiempo viajan a través del espacio). El éxito de la ciencia bajo la bandera de estas ideas metafísicas dio lugar a un supuesto metafísico más sofisticado, el epifenomenalismo: todos los fenómenos subjetivos como el yo consciente, son epifenómenos (fenómenos secundarios de la materia); son meramente ornamentales y carecen de la eficacia causal en sí mismos.

El conglomerado metafísico de estos seis principios –objetividad, monismo material y reduccionismo, determinismo, continuidad, localidad y epifenomenalismo– recibe varios nombres: realismo materialista, realismo físico o realismo científico. En resumen, sostiene que sólo la materia (y sus correlatos, la energía y los campos de fuerza) es real; todo lo demás es un epifenómeno.
No obstante, las tradiciones espirituales danzan al son de una melodía diametralmente opuesta. En lugar de la materia, estas tradiciones postulan que hay una consciencia trascendental que actúa como fundamento de todo ser, y todo lo demás es epifenómeno, la materia y el Yo incluidos. Llamo a esta filosofía idealismo monista, pero también se conoce como Vedanta en la India y como filosofía perenne en Occidente.

Para entender sin problemas la visión diametralmente opuesta de lo que es real y lo que es epifenómeno, repasemos la historia del encuentro del rey griego Milinda y el monje budista Nagasena. El monarca quería conocer la naturaleza de la realidad, por lo que Nagasena procedió a ofrecerle una demostración. Un carro había traído al monje a presencia del rey; y ahora aquél empezó a desmontarlo. Desunció a los caballos y preguntó:

-¿Son los caballos el carro, oh, noble rey?

-Por supuesto que no – replicó el rey.

Nagasena quitó entonces las ruedas al carro y preguntó:

-¿Son las ruedas el carro, oh, noble rey?

El monarca replicó una vez más:

-Por supuesto que no.

El monje continuó desmontando el carro y haciendo al rey la misma pregunta hasta que las partes desmontables se descartaron como no pertenecientes al carro. Nagasena señaló entonces el chasis del carro y preguntó por última vez:

-¿Es el chasis el carro, oh, noble rey?

Una vez más el rey replicó:

-Por supuesto que no.

 

Así pues, ¿qué es el carro real? Aquí los monistas materialistas dirían que no hay carro real sin las partes descompuestas. Las partes son el todo y el carro existe sólo como epifenómeno de las partes. Todo carro al margen de sus partes es una quimera.

Esta no es, sin embargo, la posición de Nagasena o de cualquier otro idealista monista. Nagasena utilizó el carro como antología. Quiso demostrar al monarca que en los objetos no hay una naturaleza propia, aparte de la consciencia, así como no hay una naturaleza propia en el carro o sus partes, aparte del material básico de que están construidos.

La historia intelectual de la humanidad puede pensarse como un largo debate entre estos dos “ismos” filosóficos: realismo materialista e idealismo monista. Los defensores del idealismo monista señalan (correctamente) que esta filosofía se basa en la experiencia, que la conciencia puede percibirse directamente en su totalidad porque “somos eso”. Los defensores del realismo materialista, por otro lado, se basan en la pura especulación o en una ciencia incompleta. Estos realistas materialistas consideran que, puesto que las experiencias subjetivas varían, es ridículo fundamentar la metafísica en ellas.

Para complicar las cosas un poco más, el aspecto espiritual del debate, al menos en Occidente, ha caído en el gran pozo filosófico del dualismo: la idea de que la consciencia (popularmente llamada “Dios”) y el mundo son realidades separadas. Aquí distingo entre el núcleo esotérico de la espiritualidad occidental (a menudo llamado misticismo), que sigue siendo monista, y las religiones formales, “exotéricas”, en las que prevalece el dualismo. Las tradiciones esotéricas de Occidente comprenden perfectamente que la consciencia, fundamento del ser, es transcendente, también saben lo que esto significa. “El reino de Dios está dentro de ti, y también fuera de ti.”  No obstante, el populismo malinterpreta la trascendencia concibiéndola como una consciencia separada de la realidad material inmanente.

A los científicos les complace señalar los escollos: si Dios y el mundo están separados, ¿qué media la interacción entre los dos? Semejante interacción requeriría un intercambio de energía, pero la energía del mundo es una constante; es la ley de la conservación de la energía. Toda intervención dualista debe ser un “milagro”, ¡una violación de la ley de la conservación de la energía! Las tradiciones esotéricas resuelven este problema con la idea de trascendencia y una adecuada comprensión de la misma. La conciencia está a un tiempo dentro y fuera del espacio–tiempo, la realidad material.

Los científicos de occidente también ofrecen un buen argumento contra las ideas teológicas de las tradiciones occidentales respecto a cómo Dios crea el mundo según Su propósito. Los biólogos afirman haber comprendido la vida a través de las ideas darwinianas de la evolución, en las que mutaciones azarosas producen variaciones genéticas, y la naturaleza selecciona las más adecuadas en orden a la supervivencia. No hay necesidad de intervención o propósito divino, todo es azar y necesidad causal.

Sin embargo, los defensores del cristianismo en Occidente atacan a la ciencia con el “creacionismo”, señalando varios huecos en los argumentos científicos. El hueco más célebre tiene lugar en la evidencia fósil; no existe una continua evidencia fósil que muestre como las plantas se convirtieron en animales o cómo los reptiles se transformaron en pájaros. Los creacionistas continúan postulando la alternativa bíblica de la evolución: Dios creó el mundo y toda la vida que contiene en seis días alrededor del 4000. El orden del mundo biológico es una manifestación del designio divino.

¿Cómo puede haber un diálogo, una comunicación significativa, entre una tradición científica que no puede respetar ideas tan poco científicas como el milagro o la teología y una tradición religiosa que abomina del “cientificismo”: la ciencia practicada como religión en lugar de emplear argumentos estrictamente científicos contra Dios? El debate en Occidente no ha logrado superar este punto muerto.

En Oriente, el diálogo no ha ido mejor. Aquí, los científicos exigen legítimamente: proporciónanos un mecanismo por el que la realidad una y única de la conciencia se transforma en muchas. La tradición espiritual ofrece tan sólo un concepto vago llamado “maya”, la fuerza de la creación epifenoménica, pero no brinda detalles que la tornen comparable a los modelos científicos actuales. Además, en Oriente hay una inequívoca denigración del mundo de los epifenómenos a favor de la realidad Una y trascendente. Esta denigración de lo inmanente en favor de lo trascendente sólo ha originado miseria material en las vidas de la gente común.

Para el científico oriental, ésta es una prueba más de la locura de la espiritualidad. A este respecto las tradiciones espirituales de Oriente apuntan correctamente que sin espiritualidad, sin la idea de una conciencia, los valores que guían la vida de la gente y sostienen sus sociedades no podrían justificarse. De hecho, bajo el incesante asedio científico, estos valores espirituales están siendo abandonados por muchas personas, lo que origina el caos.

 

  • Buscando una base para la reconciliación

Tanto en Occidente como en Oriente existe cierto consenso respecto a que las sociedades no pueden funcionar sólo a partir de valores materiales o con el legalismo y sistemas de valores arbitrarios. Por lo tanto, se percibe la necesidad de una validación fundamental de la ética, nuestros valores morales, que sólo las tradiciones espirituales son capaces de ofrecer. Esta necesidad de valores, de ser lo bastante poderosa, puede ciertamente potenciar el diálogo entre ambas escuelas.

Muchas personas ven un paralelismo entre los métodos de las tradiciones espirituales esotéricas (los caminos espirituales) y los de la ciencia. Aunque sometidos a la experiencia de la subjetividad, las tradiciones esotéricas utilizan el método aparentemente científico de “inténtalo y compruébalo por ti mismo”. No definen la búsqueda espiritual como un asunto que tiene que ver con la aceptación del dogma. La creatividad y la originalidad son alentadas en estas tradiciones, al igual que en la ciencia. Esto puede proporcionar la base para iniciar un diálogo.

Otro rastro para el diálogo futuro ha surgido de la observación de que las tradiciones espiritual y material a menudo utilizan metáforas similares para elucidar sus campos en términos conceptuales. En la década de 1970, el físico Fritjof Capra escribió el célebre libro “El Tao de la física”, que profundizó en los conceptos de la moderna ciencia y las tradiciones espirituales para revelar diversos paralelismos. Si la ciencia moderna utiliza las mismas metáforas que las tradiciones espirituales, quizá la ciencia ya está espiritualizada en el grado en que lo necesita. Capra y otros (por ejemplo, los fundadores del movimiento de la “ecología profunda”) han enunciado una nueva visión del mundo denominada cosmovisión ecológica que guarda algunos paralelismos con los puntos de vista animistas de ciertas formas de chamanismo: Dios es omnipresente en la realidad inmanente, todas las cosas están interconectadas y viven en el espíritu. No hay necesidad de pensar en los términos reduccionistas y divisores de la ciencia newtoniana. Tampoco hay necesidad de postular una realidad trascendente más allá de lo material.
Además, la ciencia está ahora madura; muchos sienten que la ciencia de la materia, la física, está asistiendo a su realización final. Por lo tanto, muchos científicos están buscando una extensión de la ciencia tradicional para explicar la mitad subjetiva del mundo, la conciencia, el yo, la espiritualidad y los valores morales.

Para estos científicos, la cuestión de la conciencia tiene que ver con la comprensión de cómo el cerebro se comporta como una compleja máquina material. ¿Qué es lo que, en su complejidad, lo hace consiente, hace que la ética sea relevante para un cerebro? Sin duda, la conciencia es un epifenómeno, mantienen estos científicos; pero ¿puede adoptar la apariencia de una eficacia causal e incluso de la creatividad?

Existe una nueva teoría, la teoría del caos, que se muestra prometedora en este sentido. Los sistemas caóticos son aquellos tan sensibles a sus condiciones iniciales que su comportamiento no puede predecirse por mucho tiempo; pequeñas imprecisiones en la lectura de los valores iniciales de posiciones y velocidades se multiplican de manera exponencial para que su comportamiento parezca creativo. Mínimos cambios en el ambiente permiten a los sistemas caóticos desplegar un emergente comportamiento auto–organizativo. ¿Podría ser la espiritualidad el comportamiento aparentemente creativo de un sistema caótico?

Sin embargo, una reconciliación entre ciencia y espiritualidad en estos términos resulta precaria. El filósofo Ken Wilber discute el disparate que supone hallar espiritualidad en las nociones científicas. La ciencia, señala, es una empresa evolutiva. Las nuevas teorías surgen para invalidar las antiguas. Una filosofía perenne no puede basarse en ideas tan efímeras como la teoría de la conciencia emergente a nivel cerebral. Regresamos al punto muerto.

¿Puede haber diálogo, y una eventual reconciliación, entre ciencia y espiritualidad? Wilber tiene razón. Mientras nos aferremos a una ontología basada en lo material, no hay un verdadero ámbito de acción para el diálogo real, y mucho menos la reconciliación, por la sencilla razón de que la ciencia aborda los fenómenos, mientras que la espiritualidad trata aquello que está más allá de los fenómenos.

Pero ¿acaso la ontología de la ciencia necesita basarse en el realismo material? El hecho es que el actual paradigma de la física va más allá del paradigma newtoniano y se conoce como física cuántica. Se basa en la noción de la existencia de cantidades discretas llamadas cuantos, de energía y otros atributos de la materia, pero las consecuencias que esta física prevé para la descripción de la materia son profundas es inesperadas. Por ejemplo, la materia es descrita como ondas de probabilidad. La física cuántica calcula acontecimientos posibles para los electrones y la probabilidad de cada uno de estos posibles acontecimientos, pero no puede predecir el resultado de una medida determinada que siempre precipita un hecho real, no muchos hechos posibles. Por lo tanto, ¿quién/qué precipita la realidad desde la mera posibilidad? O, por usar la jerga favorita de los filósofos, ¿quién/qué “colapsa” la onda de probabilidad en el electrón real en un espacio y tiempo real y en un acontecimiento de medición real?

Nos ha llevado siete décadas comprender que esta pregunta de la física cuántica altera el paradigma dominante y reconcilia ciencia y espiritualidad, pero la idea básica es extremadamente simple: el medio que transforma la posibilidad en realidad es la conciencia. Es un hecho que cuando observamos, vemos realidad, no posibilidad. De modo que la observación consciente es una condición suficiente para el colapso de la onda de probabilidad. El matemático John Von Neumann argumentó hace tiempo que la consciencia también era una condición necesaria para el colapso. Todos los objetos obedecen a la mecánica cuántica; esto incluye cualquier máquina que empleemos para facilitar nuestra observación. Sin embargo, cualquier máquina que nos ayude en la medición, al asociarse a una onda de probabilidad, crea una onda de probabilidad mayor que incluye la máquina. Para iniciar el colapso, se necesita una mediación que queda fuera de la jurisdicción de la mecánica cuántica. Para Von Neumann, sólo hay una mediación posible: nuestra conciencia.

Esta idea potente se empantanó, sin embargo, en un desagradable debate, porque en occidente la conciencia se malinterpreta en términos de materialismo o dualismo. En el materialismo es una paradoja, ya que la conciencia, en tanto que epifenómeno de la materia (cerebro), carece de eficacia causal; ¿cómo podría llevar a cabo el acto causal de colapsar una onda de probabilidad cuántica? Y si la conciencia es un mundo dual, entonces todas las objeciones paradójicas contra el dualismo previamente citadas regresan para acosarnos. A la luz del idealismo monista le costó siete décadas iluminar el asunto.

Así pues, he aquí, finalmente, mi argumento. Si introducimos la conciencia como fundamento del ser, como trascendente, como una, como auto-referente en nuestro interior, tal como nos han enseñado los maestros espirituales de todo el mundo, entonces el debate cuántico se disipa y las paradojas se resuelven.

Y algo más. Ello motiva un cambio de paradigma en la ciencia, desde el materialismo a una ciencia basada en la primacía de la conciencia. En esta ciencia la materia posee eficacia causal, pero solo en lo que respecta a determinar posibilidades y probabilidades. En una instancia, la conciencia crea la realidad, porque la elección de lo que se convierte en realidad depende siempre de la conciencia. Además, la conciencia puede imbuir e imbuye a la realidad con su propósito creativo, tal como algunos creacionistas intuyen (aquellos que no sostienen dogmáticamente que Dios creó el universo en seis días hace apenas unos miles de años).

Y lo que es más importante, una ciencia así conduce a una verdadera reconciliación con las tradiciones espirituales porque no exige que la espiritualidad se base en la ciencia, sino que pide que la ciencia se base en la noción del espíritu eterno. La ontología espiritual nunca se pone en duda. En lugar de ello, nos concentramos en la cosmología: como se manifiesta el mundo de los fenómenos. La nueva ciencia puede incluir tanto la subjetividad como la objetividad, aspectos espirituales, así como el espíritu material de la realidad.

 

[Extracto del libro “Ciencia y espiritualidad – una integración cuántica” de Amit Goswami y Maggie Goswami. Editorial Kairós – 2011].

¿Cuál es la causa de la Matriz Causal?

¿Cuál es la causa de la Matriz Causal?

Por Gaungadhara Deva

 

En los artículos anteriores en la sección de ciencia hemos analizando la existencia de Dios y llegado a la conclusión de que “Dios” es el nombre que le hemos asignado a la Conciencia, la cual es la raíz causal del universo.
Basándonos en el principio “ex nihilo nihil fit” (latín), es decir, “nada surge de la nada”, concluimos que definitivamente “algo” debió de ser la causa de la manifestación del universo material que conocemos. Considerando que los fenómenos no pueden ser fenómenos sin noúmeno y nada puede surgir de “la nada”, entonces ¿cuál es la causa de la Matriz Causal o de la Entidad Noúmena?, o en términos coloquiales ¿quién o qué creó a Dios? Dios no pudo haber aparecido de “la nada”, si esto fuera así, por ende entraríamos en contradicción con el principio de Parménides. Entonces ¿cuál es la respuesta a este cuestionamiento?

quien creo a Dios

Una respuesta sencilla podría ser que debido a que Dios es eterno, no tiene principio, ni tiene fin, la pregunta de quién o qué ha creado a Dios es ilógica, ya que no puede ser aplicada a una entidad que por naturaleza es infinita.

A pesar de que el argumento de Parménides es un postulado lógico y racional, es necesaria una respuesta más elaborada para satisfacer los intelectos más exigentes.

El filósofo David Hume argumentó:

“Todo aquello que pertenece al conocimiento humano, en toda su oscuridad y profunda ignorancia, debe tratarse con escepticismo, o al menos con cautela. Y no debe admitirse hipótesis alguna, mucho menos las que no parecen avaladas por las leyes de la probabilidad”. 1

Esto dio lugar al “argumento por falta de pruebas”. Que formula en los siguientes términos:

  1. Muy probablemente, si Dios tuviera que existir, habría pruebas objetivas y concluyentes de su existencia.
  2. Pero no hay pruebas objetivas y concluyentes de su existencia.
  3. Por lo tanto, lo más probable es que Dios no exista. 2

Si Dios existe, debemos saber qué es.

Toda acción ejecutada por un ser humano parece ser realizada por sus órganos físicos, sensoriales y motores que son 10 en número. Sin embargo los órganos no pueden realizar ninguna acción si la mente no se encuentra funcionando detrás de éstos. La mente es la que realiza la acción y los órganos sensoriales y motores son el instrumento de la misma, el medio a través del cual se ejecutan las acciones. Podemos ejemplificar este concepto de la siguiente manera: una persona que se encuentra en estado de sueño profundo, su mente en estado inconsciente, no podrá ser capaz de oler el perfume de una rosa, a pesar de que se encuentre respirando normalmente y su sentido del olfato no sufra de ninguna imperfección, se encuentra suspendido el contacto del órgano, con la mente. Es por esa razón que los órganos no funcionan si la mente no se encuentra funcionando detrás de ellos.

Para comprender este asunto profundamente, debemos analizar cómo la mente trabaja utilizando los órganos sensoriales y motores.

En su libro titulado “Ananda Marga, filosofía elemental”, Shrii Shrii Anandamurti dice:

“Mirar un libro es una acción que la mente ejecuta con la ayuda de los ojos. Cuando la mente ve el libro, lo que realmente sucede es que la mente, con la ayuda de los ojos, toma la forma de algo que llamamos libro. Esta forma que asume la mente es diferente de la imagen que se crea en la retina, ya que la mente puede ver el libro y volverse un libro, aun cuando los ojos estén cerrados, pero los ojos no pueden ver cuando la mente no funciona. Por cuya razón es la mente la que toma la forma del libro durante la percepción visual”. 3

Cabe destacar que la mente no es el cerebro, la mente no es un objeto físico, pero ésta necesita la ayuda de una base cruda para realizar acciones. Esta base es el cerebro. La mente y el cerebro están tan cercanamente asociadas que no pueden trabajar la una sin la otra.

El asiento de la mente humana es el cerebro, el cual es físico. Pero la mente es sutil. La mente y el cerebro no son lo mismo. Para la mente subjetiva, el cerebro es un objeto físico.

Podemos colocar en nuestras cabezas electroencefalogramas, explorar el cerebro con tomografías de positrones para ver qué ocurre en su interior al percibir algo en particular. Pero los instrumentos científicos, por más sensibles que sean, no nos dirán nada acerca nuestra conciencia interna de lo percibido, lo que pensamos o sentimos acerca de ello en privado. Es por eso que experimentamos dos realidades, una interna o subjetiva y una eterna u objetiva.

El físico cuántico Amit Goswami sostiene que sin eliminar el prejuicio de que la mente es el cerebro, es imposible sumergirse profundamente en la naturaleza de la manifestación, la cosmología basada en la primacía de la Consciencia.

Este tema lo trataremos con mayor profundidad próximamente en la sección de “Ciencia” de Vista’ra -Expande tu conciencia.

Regresando a nuestro tema principal, la mente es la que toma la forma de su objeto de ideación a la hora de percibir. Una parte de la mente toma la forma del objeto de percepción, mientras que otra parte de la mente es la que realiza la acción de ver, de oír, de degustar, etc. Es el denominado “Yo hacedor”. Para que la mente pueda realizar alguna acción por medio de sus órganos sensoriales y motores, debe ser consciente de su propia existencia, lo cual se expresa claramente como nuestro “Yo existencial”. La existencia del “yo existo” presupone la existencia del “yo”, que es el testigo de esta existencia. Para declarar que “yo existo” primero debo ser algo.

Es decir que uno primero debe ser consciente para poder percatarse de su propia existencia. Si uno no es consciente de sí mismo, ¿cómo puede llevarse a cabo alguna acción? Aquello que aporta sentido de presencia, es la “conciencia”. Esta consciencia no es un fenómeno material. Cuando los doctores colocan a un paciente bajo anestesia total con el objetivo de proceder con una cirugía, ellos no extraen la conciencia físicamente del cuerpo y la colocan en un recipiente por el tiempo que dure la operación.

Para la mente es esencial la existencia de la conciencia. Cuando la conciencia se identifica con una estructura física en particular, el mecanismo de funcionamiento se activa automáticamente manifestándose una forma de “auto – consciencia” mediante la expresión del “Yo existencial”. El grado de auto – conciencia desarrollada dependerá exclusivamente de la complejidad de la estructura física. Una lombriz no percibe su propia existencia de la manera que la percibe un ser humano.

Sabemos que la mente está presente en cada individuo y entidad viviente. Neuro científicos de renombre de la Universidad de Santiago, Fracisco Varela y Humberto Maturana, han declarado que no es necesario que exista un cerebro para que haya una mente, por lo que un árbol, posee mente y sentimiento existencial a pesar de no tener cerebro. Sabiendo que la mente está presente en cada entidad viviente, sabemos también que en cada entidad está presente la conciencia o el “alma”, la denominación popular de la conciencia individual.

“Hay innumerables individuos en este universo, y como la conciencia individual, se refleja en cada uno, parece haber muchas conciencias individuales. El nombre colectivo de todas esas conciencias individuales es “Parama’tma” (Alma Suprema) o Conciencia Suprema”. 4

Es importante aclarar que Dios, “Parama’tma”/el alma Suprema no debería interpretarse “como una poderosa figura humana con poderosas manos y pies”. Así como la conciencia individual es inmaterial, la Conciencia Suprema en su estado puro no tiene forma, es completamente sutil.

Siendo ésta una prueba clara y concluyente de la existencia de la Conciencia Suprema o Dios, queda claro que realmente existe, sin embargo todavía no hemos resuelto el problema de la causa de la Matriz Causal.

La sustancia fundamental del ser, la esencia del universo es Consciencia, la cual es llamada en filosofía Tántrica: “Brahma”. Pero, ¿Qué es la Consciencia? “Brahma” es el compuesto de “Purus’a” (facultad cognitiva/conciencia) y “Prakrti” (principio operativo). Prakrti es el principio de Purus’a (la Conciencia Cósmica), y ya que es un principio, éste existe dentro de Purus’a. Purus’a y Prakrti no pueden separarse una de la otra, así como el fuego y su principio de quemar. El término colectivo para ambos es Brahma.

Sabemos que Purus’a es conciencia, y como tal no podemos visualizar ninguna forma e imagen. De la misma manera sucede con Prakrti, el principio operativo, sólo puede comprenderse como energía o principio invisible.

“El fuego es un objeto denso, y su atributo, la capacidad de arder, es también una cualidad densa. Sin embargo, ni siquiera se puede ver este atributo. Por denso que sea el atributo de algo, siempre será sutil en la forma. Una energía o principio nunca puede tener forma. No puede verse ni oírse”. 5

Hemos establecido que Brahma es una entidad sutil, sin forma, debido a que sus dos componentes son sutiles (Purus’a y Prakrti). La función de Prakrti (el principio operativo) es controlar los fenómenos naturales. “Prakrti no es naturaleza ni cualidad. Por ejemplo, se dice que la cualidad de quemar es la naturaleza del fuego. Pero tiene que haber algo que le dé esta cualidad al fuego”. Esta entidad es Prakrti.

Con el objetivo de proporcionar una prueba clara y concluyente de la existencia de Brahma hemos analizado el funcionamiento de la mente, comenzando con la relación existente entre los órganos sensoriales con la mente. Hemos establecido que para que la mente funcione, la conciencia individual debe existir.

¿Cómo es que la Conciencia obtiene conocimiento de su propia existencia? Prakrti, el principio de Purus’a (la Conciencia), y que como principio nunca puede separarse de Purus’a, cualifica a la Conciencia y le proporciona las cualidades de las diferentes funciones.

El “Yo existencial” se produce como resultado de la influencia cualificadora de Prakrti sobre la Conciencia. A su vez el “Yo hacedor/accional” se produce debido a la influencia cualificadora de Prakrti sobre el “yo existencial” y la sustancia mental que toma la forma de los objetos que se perciben se produce debido a la influencia de prakrti sobre el “yo hacedor”. Aplicando este razonamiento podemos que la existencia de la sustancia mental depende de la existencia del “Yo hacedor” y que la existencia del “yo hacedor” depende de la existencia del “yo existencial” y que la existencia del “yo existencial” depende de la existencia de la Conciencia individual. Pero la existencia de la conciencia individual no depende del “yo existencial”.

“Por ejemplo, se puede moldear el acero para formar una olla de acero, lo que no significa que si la olla de acero no existe el acero tampoco exista. Como la olla está hecha de acero depende del acero, pero el acero es independiente de la existencia de la olla. Análogamente la Conciencia individual es independiente del sentimiento existencial “Yo existo”. 6

La conciencia individual no depende o necesita de nada para existir. La Conciencia es absolutamente independiente y no tiene causa. De la misma manera Prakrti, el principio operativo, no tiene causa. Purus’a no puede crear a prakrti así como el fuego no puede crear su atributo o capacidad de arder, es su cualidad. Como Purus’a no puede conocer su propia existencia en ausencia del principio cualificador de prakrti, mucho menos puede crear un principio o algo. Por ende, Prakrti tampoco tiene causa.
Tanto Purus’a (la conciencia) como Prakrti (el principio operativo) carecen de causa. Brahma es el nombre combinado de ambos. Por ende, Brahma (la Conciencia Suprema/Dios) ciertamente no tiene ninguna causa que lo origine. Su existencia no depende de ninguna otra entidad.

Se vale por sí misma.

 

  1. Stenger, V. (2007). ¿Existe dios? El gran enigma. Barcelona: Editorial Robinbook. P. 23.
  2. Stenger, V. (2007). ¿Existe dios? El gran enigma. Barcelona: Editorial Robinbook. P. 23.
  3. Shrii Shrii Anandamurti. (2000). Ananda Marga filosofía elemental. Monterrey, México: Sociedad Yoga Ananda Marga. 5
  4. Shrii Shrii Anandamurti. (2000). Ananda Marga filosofía elemental. Monterrey, México: Sociedad Yoga Ananda Marga. 11.
  5. Shrii Shrii Anandamurti. (2000). Ananda Marga filosofía elemental. Monterrey, México: Sociedad Yoga Ananda Marga. 13.
  6. Shrii Shrii Anandamurti. (2000). Ananda Marga filosofía elemental. Monterrey, México: Sociedad Yoga Ananda Marga. 13.

¿Existe un Dios? Parte 2

¿Existe un Dios?

Parte 2

Por Gaungadhara Deva

 

En el artículo anterior hemos presentado las posturas asumidas por las dos corrientes principales de pensamiento de la humanidad: El realismo materialista y el idealismo monista. En este artículo ahondaremos más en el debate sobre la existencia o no de la divinidad.

El primer argumento que hemos discutido fue el famoso principio “ex nihilo nihil fit” (latín), es decir, “nada surge de la nada”. Este es un principio metafísico que declara que ninguna entidad puede comenzar a existir a partir de la nada. Idea atribuida al filósofo griego Parménides.

El principio se plantea en relación al origen del universo manifestado. Dado que el universo existe. ¿Ha existido siempre o tuvo un comienzo? Teniendo en cuenta que por definición, el universo es todo lo que existe, entonces el universo ha surgido de la nada, lo cual contradice el principio de que nada surge de la nada.

Sin embargo, “En 1929, Edwin Hubble hizo la singular observación de que, dondequiera que miremos, las estrellas distantes se están alejando rápidamente de nosotros. En otras palabras, el universo se está expandiendo. Esto significa que en tiempos anteriores los objetos habrían estado más próximos. De hecho, parecía que hubo un momento hace entre 10.000 y 20.000 millones de años en que todos estaban exactamente en el mismo lugar”. 1

Este descubrimiento condujo la pregunta del comienzo del universo al dominio de la ciencia realista –materialista, la cual posee tres-cientos cincuenta años de antigüedad.

El descubrimiento de que el universo se encuentra en expansión constante fue una de las grandes revoluciones intelectuales del siglo XX. El físico ruso Alexander Friedman desarrolló una serie de hipótesis sobre el universo, sus soluciones tienen la característica de que en algún momento en el pasado, hace entre 10.000 y 20.000 millones de años, la distancia entre las galaxias vecinas debió de ser cero.

Las soluciones de Friedmann basadas en la relatividad general, predicen que hay un punto singular en el universo.

Ese momento específico es denominado por la ciencia moderna: “big bang” (la gran explosión) y por la cosmología tántrica como “Jad’asphot’a”, término que significa literalmente “explosión de materia”. Una reacción dentro de un cuerpo físico como resultado de una disociación estructural. Como resultado de esta explosión, la energía condensada se liberó violentamente y comenzó a expandirse en todas las direcciones.

El descubrimiento de Hubble nos lleva a la conclusión de que si nos remontamos millones de años atrás, el universo era infinitesimalmente pequeño y denso. Es decir, el universo comenzó a existir en un tiempo determinado.

Sin embargo, según algunos científicos modernos, las observaciones que confirman la gran explosión o “big bang” no descartan la posibilidad de que haya existido un universo anterior.

“En su libro “A brief history of time”, Hawking declara: “Siempre y cuando el universo haya tenido un principio, podremos suponer que tuvo un Dios creador. Ahora bien, si en realidad el universo es autosuficiente y carece de límites, no habría tenido un principio ni tendrá un final, simplemente será. ¿Qué lugar queda, por tanto, para la figura de un creador?” 2

Por el momento estas hipótesis no han sido comprobadas, así como “la teoría de los universos múltiples”, según la cual, el universo en el cual habitamos es sólo una pequeña parte de un multiuniverso, que está continuamente engendrando “pocket universes” (mundos compactos), como el nuestro.

Hasta el momento, de lo que estamos científicamente seguros, es que el universo comenzó a existir con la gran explosión. ¿Cómo es que este universo surge? En este universo todo tiene una causa. Nada sucede sin causa aparente.

Algunos científicos materialistas modernos refutan este argumento declarando:

“Se ha observado que los acontecimientos físicos que tienen lugar en los niveles atómicos y subatómicos carecen de una causa evidente”. 3

Shrii Shrii Anandamurti, con respecto a este fenómeno, se pronuncia de la siguiente manera:

“Muchas veces sucede que la causa es traducida en efecto en un período muy corto de tiempo; el período de traducción es muy corto. En este caso, el efecto es denominado “accidental”. (…) No existe nada accidental, todo es incidental. Un accidente no puede ser la causa real, no puede ser el factor causal”. 4

¿Cómo puede ser que algo aparezca de la nada? Definitivamente, este proceso, no pudo haber ocurrido por accidente, o mera una casualidad, ya que una casualidad es una selección aleatoria de un resultado de un conjunto de posibilidades. Sin embargo, ¿cómo puede haber posibilidades en el estado previo a la existencia de algo? Por ende, ¿cómo puede haber una selección de las mismas? La casualidad o la suerte, no puede escoger opciones que no existen.

Debido a que Dios siempre ha existido, es eterno, Él no tiene causa.

“La ciudad de Calcuta debe haber provenido de algo o de nada. Si apareció de la nada, entonces, esa nada debería tener existencia negativa; y si apareció de algo, entonces ese algo debería poseer existencia positiva. Sea que fuera de carácter positivo o negativo, es, después de todo, existencia”. 5

Esta existencia es conciencia pura, o lo que popularmente se denomina: Dios.

Cabe destacar que, no estamos discutiendo el concepto de “Dios” desde una perspectiva religiosa. Sino que hemos abordado el concepto de la divinidad desde la óptica espiritual, que no necesariamente tiene que ser religiosa. Definitivamente podemos encontrar profundas contradicciones entre religión y ciencia o “fe” y “razón”; pero no necesariamente entre espiritualidad y ciencia. Concebir a Dios como Conciencia, nos permite apreciar la unidad metafísica, cosmológica y metodológica entre ciencia y espiritualidad.

Esta concepción de la Divinidad como consciencia, no es una idea nueva, sino que se remonta a 7.000 años atrás, cuando el Señor Shiva, se encontraba en este mundo.

“Shiva ha declarado claramente que este universo se ha originado de una vasta Entidad consciente; es mantenido en el vasto cuerpo de esa Entidad consiente; y finalmente se sumergirá nuevamente en aquella Entidad consiente”. 6

Tradiciones espirituales monumentales de la India como el Tantra, Yoga o Advaita’ Vedanta cobran más importancia y peso a la luz de las últimas investigaciones de la física cuántica, la cual encarna una nueva ciencia basada en la primacía de la Conciencia, tal y como lo expresan tradiciones místicas y gnósticas como las mencionadas anteriormente.

La conciencia es la sustancia y raíz causal del universo material. Esta idea, comúnmente atribuida al pensamiento oriental, puede también apreciarse en el pensamiento occidental desde Parménides a Alfred Whitehead y muchos astrónomos y físicos contemporáneos como Amit Goswami y Maggie Goswami.

La primera expresión de la conciencia pura es pensamiento, y en las palabras de James Jeans, astrónomo contemporáneo: “el universo comienza a verse cada vez menos como una gran máquina y cada vez más como un gran pensamiento”. 7 El pensamiento concentrado se transforma en energía y la energía enfrascada es materia. Por lo tanto, la materia es, en realidad, una forma metamorfoseada de conciencia pura; la materia es la conciencia en su estado más burdo o su forma más visible.

En conclusión, el universo material que conocemos sí comenzó a existir en un momento determinado, sin embargo, éste, no es diferente de “Dios/Conciencia”, sino que es la misma Conciencia/Dios, que se ha metamorfoseado en todo el universo material que conocemos.

 

“El movimiento de las olas, día y noche, viene del mar,
tú ves las olas, pero, ¡qué extraño! no ves el mar”.

Rumi

 

  1. Hawking S. (2007). La teoría del todo. Travessera de Grácia, 47-49. 08021, Barcelona.: Penguin Random House Grupo Editorial, S.A. Pp. 22-23.
  2. Hawking, S. (1998). Historia del tiempo: del big bang a los agujeros negros. Barcelona: Editorial Grijalbo.
  3. Stenger, V. (2007). ¿Existe dios? El gran enigma. Barcelona: Editorial Robinbook. 125.
  4. Shrii Shrii Anandamurti. Subháśita Saḿgraha Parte 24. Discurso: “La matriz causal”. The Electronic Edition of the Works of P.R. Sarkar Version 7.5. Publicaciones Ananda Marga.
  5. Shrii Shrii Anandamurti. Namámi Krśńasundaram. Discurso: “Vraja Krsna and Vishuddha Advaetavada – 1”. The Electronic Edition of the Works of P.R. Sarkar Version 7.5. Publicaciones Ananda Marga.
  6. Shrii Shrii Anandamurti. Namah Shiváya Shántáya. Discurso: “Shiva a la luz de la filosofía”. The Electronic Edition of the Works of P.R. Sarkar Version 7.5. Publicaciones Ananda Marga.
  7. Toben, S. (1975). Space, time and beyond. New York: E. P. Dutton. 126

¿Existe un Dios? Parte 1

¿EXISTE UN DIOS? PARTE 1

Por Gaungadhara Deva

“Para algunos es simplemente un producto de la imaginación humana, para otros, “Dios” es la naturaleza de la realidad como tal. Abriremos el debate en este número de “Vista’ra – Expande tu consciencia”.

Los seres humanos están en esta tierra hace aproximadamente un millón de años atrás. 1

Diversos estudios antropológicos afirman que los seres humanos existen en su forma actual (homo sapiens), desde hace 195.000 años. El ser humano moderno es denominado homo sapiens sapiens; definido de tal manera debido a sus características anatómicas específicas y su comportamiento psíquico evolucionado.

Los seres humanos forman parte del proceso de evolución de la naturaleza. La civilización humana ha sufrido un proceso de metamorfosis no sólo en su estructura física, sino que también en su estructura mental, permitiéndoles desarrollar facultades intelectuales más refinadas y con ello, cuestionarse aspectos fundamentales de su existencia.

Desde tiempos inmemoriales los seres humanos hemos estado intentando comprender qué es este mundo y cuál es nuestro rol en él mediante la observación del mismo.

El hombre se ha preguntado ¿De dónde proviene la manifestación material en la que habitamos?

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La respuesta a este cuestionamiento existencial ha dado lugar a dos formas de pensamiento que han marcado profundamente la historia intelectual de la humanidad: el realismo materialista y el idealismo monista.

Para los científicos materialistas, el hombre ante su incapacidad de poder explicar el origen del mundo fenoménico ha desarrollado la hipótesis de la existencia de un “Dios creador”, la cual consideran “aceptable” considerando que el ser humano de hace miles de años de antigüedad no tenía la capacidad intelectual ni los instrumentos científicos necesarios para poder llevar más lejos su investigación. Como consecuencia, los científicos declaran que no es que “Dios creó a los hombres a su imagen y semejanza, sino que los hombres crearon a Dios a su propia imagen y semejanza”.

Sin embargo, el análisis racional nos conduce a la conclusión lógica de que algo debe provenir de algo; las constantes y las leyes de la física están tan perfectamente afinadas que definitivamente no pueden haberse dado accidentalmente. El universo material que conocemos junto con las leyes que lo gobiernan no puede haber surgido “de la nada”.

“La ciudad de Calcuta debe haber provenido de algo o de nada. Si apareció de la nada, entonces, esa nada debería tener existencia negativa; y si apareció de algo, entonces ese algo debería poseer existencia positiva. Sea que fuera de un carácter positivo o negativo, es, después de todo, existencia”. 2

Un punto importante para abordar consiste en el problema del dualismo, más acentuado en Occidente.  Este se basa en la idea de que la Consciencia (popularmente llamada “Dios”) y el mundo son realidades separadas. Cabe destacar que ésta es una creencia propia de las religiones formales “exotéricas”, y no de sus núcleos “esotéricos”, también llamados “místicos”,  esencialmente monistas.

“Sin embargo las tradiciones espirituales esotéricas resuelven este problema con la idea de la trascendencia y una adecuada comprensión de la misma. La Consciencia está a un tiempo dentro y fuera del espacio – tiempo, la realidad material”. 3

Como las dos caras de una moneda,  Dios (la Consciencia) es todo lo que existe y es aquello que no es. Conceptos que se manejan en el culto espiritual tántrico (originado por Shiva hace 7.000 años): Nirgun’a Brahma (aspecto no cualificado de la Consciencia) y Sagun’a Brahma (aspecto cualificado de la Consciencia).

  1. “El reino de Dios está dentro de ti, y también fuera de ti”. 4

La materia es una forma metamorfoseada de Consciencia, una manifestación burda de la misma. La Consciencia o el Espíritu es la esencia de la materia.

Sin embargo, la mayoría de la gente, mal interpreta esta verdad espiritual trascendente y la concibe como una Consciencia separada de la realidad material, es decir, una cosa es Dios y por otro lado su creación. Conclusión: Dios y la creación son dos entidades diferentes.

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Para los seres humanos, la realidad es todo aquello que puede ser percibido sensorialmente.

No obstante, debemos comprender  que la percepción sensorial de los seres humanos no es perfecta. Por ejemplo: Al observar la intensidad del brillo de una estrella en particular en el firmamento, no vemos la estrella como es, sino como fue, debido al tiempo que tarda la luz en recorrer “x” distancia para alcanzar la retina de nuestros ojos y que nuestro cerebro procese el estímulo sensorial correspondiente. De hecho, la estrella pudo haber muerto hace miles de años atrás.

Si uno se detiene a contemplar el cielo, observará que el sol se levanta por el Oriente y se pone por el Poniente, esto da lugar al pensamiento de que el Sol gira alrededor de la Tierra (creencia desacreditada por Copérnico en el siglo XVI), la realidad es que la Tierra gira alrededor de su estrella madre, el Sol.

Incluso las capacidades perceptivas de los órganos sensoriales de los individuos varían del uno a lo otro. Es decir, que no hay un estándar universalmente reconocido como realidad.

“Existen objetos que podemos percibir con la ayuda de nuestros instrumentos sensitivos que no pueden ser percibidos por el ojo humano. Percibimos algunos objetos mediante con la ayuda de ondas radiales. ¿Podemos llamar tales objetos perceptibles para los sentidos? No, no podemos. Es por eso que aquello a lo que llamamos realidad o hecho crudo, sobre lo cual todo el concepto del materialismo se basa, no es para nada real. Entonces ¿cómo y dónde el materialismo puede obtener un punto de apoyo?

El materialismo está basado en lo que se llama “realidad”, pero esa así llamada “realidad” es defectuosa en sí misma y llena de ambigüedades; el significado de “realidad” no es claro. Donde existe dualidad, ¿cómo puede haber verdad?” 5

Podríamos concluir que no percibimos la realidad tal y como es, sino que tenemos una concepción distorsionada de la realidad debido a la capacidad limitada de nuestros órganos sensoriales.

Es por esta razón que los defensores del idealismo monista declaran que esta filosofía es puramente experimental, ya que:

“la Consciencia puede percibirse directamente en su talidad porque “somos eso”. Por otro lado, los defensores del realismo materialista, consideran que, puesto que las experiencias subjetivas varían, es ridículo fundamentar la metafísica en ellas”. 6

“Hacia el final de la vida de Buddha (Siddharta Gautama), algunos de sus discípulos le preguntaron acerca de la existencia de Dios. Le hicieron dos preguntas: ¿existe Dios? y ¿es un hecho que Dios no existe? En respuesta a las dos preguntas Buddha permaneció en silencio. Como Buddha permaneció silencioso ante las dos preguntas, algunos de sus discípulos interpretaron que no existía un Dios. Otra sección de sus discípulos entendió que Dios existe. Y así un tercer grupo surgió con la interpretación de que existe un Dios, pero éste se encuentra más allá de la expresión asti (“es”) y na’sti (“no es”); esto significa que la existencia de Dios es inexplicable. En verdad, Dios es supramental” 7

Las escrituras tántricas milenarias declaran:

Yato váco nivarttante aprápya manasá saha;

Ánandaḿ Brahmańo vidván má vibheti kutashcana.

[Brahma (la Consciencia Suprema) es de quien las palabras y la mente retornan frustradas, luego de no poder comprender su profundidad. Pero aquel que conoce la naturaleza bienaventurada de Brahma (la Consciencia Suprema/la Realidad) no le teme a nada].

La mente humana es producto de la manifestación del mundo fenoménico, ¿cómo puede comprender el intelecto, aquel estado previo a su propio nacimiento?

En su seminal trabajo llamado “A’nanda Su’tram”, Shrii Shrii Anandamurti declara:

“Mánasátiite anavastháyaḿ jagadbiijam

[La semilla del universo yace más allá de la mente, en un estado que la mente no puede comprender].

Las opiniones de los seres humanos poseen algún valor en determinado tiempo, lugar y para determinados individuos, y así mismo pierden valor cuando alguno de estos tres factores de modifica.

Las opiniones definitivamente poseen algún valor en la vida individual y colectiva, pero en lo que se refiere al Absoluto, la Consciencia que trasciende los factores relativos del tiempo, espacio y persona, las opiniones carecen de valor, “de hecho el intento de expresar una opinión con respecto a la esfera absoluta de la existencia será simplemente ridículo”.

“Una opinión es un objeto psíquico. La opinión de una persona en particular es, en efecto, el objeto de un objeto de la Facultad Cognitiva (los objetos de la Facultad Cognitiva son mentes y los objetos de las mentes son opiniones). Entonces, ¿Cómo puede una opinión ser el sujeto de la Suprema Subjetividad? ¿Cómo puede esto conocer al conocedor de lo conocido? La opinión de uno en este aspecto no tiene valor para todos, tener una opinión independiente acerca de Parama Purus’a (Parama = Suprema, Purus’a = Conciencia) carece de sentido.

Por lo tanto la mente humana puede sostener muchas opiniones acerca del mundo relativo, pero ninguna opinión acerca del mundo espiritual. El camino que conduce hacia la bienaventuranza suprema (Brahma/Dios) es un camino singular, no hay segundo. El camino es uno y solo uno.

El camino espiritual no tiene nada que ver con las opiniones de ningún individuo o grupo de individuos, porque Parama Purus’a (la Consciencia Suprema) no puede ser realizada mediante opiniones”. 8

La única forma en  que los seres humanos pueden experimentar la Realidad tal y como es, es volviéndose uno con ella. Es decir, fundiendo su consciencia individual (identificada con el aparato psicosomático, el cuerpo) y  en la Consciencia Universal (Brahma), Lo cual se denomina en Sánscrito “Yoga” (unificación). Esta unificación se concreta mediante un proceso intuicional, metódico, sistemático y de profundas bases científicas, lo cual se denomina en sánscrito “Tantra”.

Siddhi

Referencias:

  1. La evolución psico-espiritual de los seres humanos” – A´nanda Vacana´mrtam parte 5 – Shrii Shrii Anandamurti.
  2. “Vraja Krsna and Vishuddha Advaetavada – 1 – Namámi Krśńasundaram – Shrii Shrii Anandamurti.
  3. Ciencia y espiritualidad – Amit Goswami y Maggie Goswami.
  4. Evangelio según Tomás,
  5. “Realidad e intelectualidad” – Algunos problemas resueltos parte 5 – Shrii Shrii Anandamurti.
  6. Ciencia y espiritualidad – Amit Goswami y Maggie Goswami.
  7. Miradas sobre otras creencias – Táttvika Praveshiká – Shrii Shrii Anandamurti.
  8. Sa’dhana’ – Discursos sobre Tantra volumen 2 – Shrii Shrii Anandamurti.

¿Qué es el alma?

¿QUÉ ES EL ALMA?

Por Parabhakti y Gaungadhara Deva

“El concepto yóguico de alma y su respaldo científico”

 

Para muchas personas el espíritu, alma o “a´tma´” (en sánscrito) es un punto o luz brillando en el espacio; para otros, un cuerpo invisible o espectral. Sin embargo, la definición yóguica de alma o espíritu dista mucho de esta concepción.

El concepto yóguico de alma/espíritu es que éste es consciencia. Debemos distinguir entre “conciencia”, la cual es una facultad o atributo intelectual de la mente; aquello que nos permite elegir o discriminar entre lo bueno y lo malo, a la que nos referimos cuando decimos “tengo la conciencia limpia”. En la terminología yóguica le llamamos “Viveka” (sánscrito).

La otra es la “consciencia” que es la que nos da sentido de existencia propia; esta no es una facultad de la mente, la mente en sí es un fenómeno de esta consciencia. Es nuestro sentido mismo de presencia, nuestro “yo soy”. Pongamos un ejemplo, probablemente algunos habrán experimentado o escuchado de alguien quien “perdió la consciencia”, por lo que pierde su conocimiento de existencia y su capacidad de percibir el mundo exterior, es como estar muerto, por ende, el universo entero desaparece.

El universo en que vivimos es de naturaleza dual, así como existe el alma individual de cada ser viviente (la consciencia individual), existe la Consciencia o Alma Suprema “Parama´tma´”. La primera es relativa, la segunda es absoluta.

Todo el Universo (observable y no observable) es una expresión de la Consciencia Suprema, una forma metamorfoseada de la misma. Por ello, para que una estructura física se transforme en una estructura física viviente, la Consciencia Suprema se refleja a sí misma en un objeto específico y este cobra vida, desarrollándose una forma de “auto-consciencia”. Esta es la consciencia individual o alma individual, la cual es un reflejo de la Consciencia Suprema o Parama´tma´.

De acuerdo con la física cuántica “…vivimos y existimos en un campo mayor de Consciencia…esta Consciencia es el principio causal descendente que está detrás de todas las causalidades. Según los físicos cuánticos esta Consciencia es lo que comúnmente hemos llamado Dios o simplemente vida”[1]. “La Consciencia, en su forma absoluta, es el espíritu universal, inmutable (constante o que no cambia), presente en todo y en todo momento (eterno)”[2].

Ernest Rutherford llevó a cabo un experimento en Manchester, a través del cual llegó a la conclusión de que: “Nuestra verdadera Consciencia no existe en nuestros cerebros o en nuestros cuerpos”[3], es decir, que su composición no es material, sino que la sustancia del alma es inmaterial. Como se está reconociendo recientemente, todo lo que existe es Consciencia, en diferentes formas, en algunos casos es más sutil y en otros más burda, como en la materia sólida por ejemplo. No obstante,  la Consciencia impregna todo lo que nos rodea.

El Doctor Amit Goswami dice: “La importancia de la física cuántica estriba en que nos brinda una nueva visión del mundo, que muestra de una manera clara como la Consciencia puede ser y es el fundamento de nuestro ser.

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En otras palabras, la física cuántica nos permite ver directamente que el mundo tiene sentido únicamente si establecemos su fundamento en la Consciencia. El mundo está hecho de Consciencia. El mundo es Consciencia”[4].

¿Cómo experimentamos el alma? La espiritualidad es el retorno al espíritu, a la esencia, a la Consciencia.

Dado que esta es interna, abstracta e  inmaterial,  no puede ser percibida con ninguno de nuestros órganos sensoriales, la única forma de hacerlo es a través de un método que nos permita explorar dentro de nuestras mentes hasta alcanzar su origen, su fuente o esencia.

Y ¿cómo hacerlo? La manera más efectiva es a través de la meditación, pues es durante ésta cuando tratamos de “cerrar” nuestros sentidos que reciben los estímulos del mundo exterior y nos volvemos más conscientes de lo que sucede en nuestro interior.

Cuando nos reconocemos principalmente como Consciencia comprendemos que todo lo que existe es Consciencia, todo sentimiento de separación o diferenciación desaparece, pues cada partícula de este universo es en sí misma una unidad inquebrantable, el Alma Suprema “Parama´tma´”, ya no somos más una gotita en el océano, sino el océano entero en una gota.

Referencias:

[1] http://www.asesoramientointuitivo.com/art%C3%ADculos/una-nueva-visi%C3%B3n-de-la-conciencia/

[2] http://www.isaacportilla.org/e-conciencia-y-consciencia.html

[3] https://proyectovaglio.wordpress.com/2009/03/23/teoria-de-la-ilusion-la-realidad/

4] http://www.amitgoswami.org/